Which Religion Doesn't Drink Coffee

¿Qué religión no bebe café?

Comenzó durante una conversación informal mientras tomaban (¿qué más?) una taza de café. Un amigo mío rechazó cortésmente un trago, diciendo que iba en contra de su religión. Eso despertó mi curiosidad. Siempre había visto el café como algo casi universal, algo que trascendía fronteras y creencias. Pero claramente, ese no fue el caso.

Ese momento me envió a una madriguera de conejo: ¿Qué religión no bebe café? ¿Y por qué?

Como alguien que está profundamente conectado con el mundo del café, no pude evitar explorar esta intersección de fe y sabor. Resulta que la historia tiene más matices de lo que cabría esperar.

Café y cultura: una conexión global

Desde las antiguas cafeterías de Estambul hasta las modernas barras de espresso de Roma, el café es más que una simple bebida: es un ritual. En muchos lugares, es la forma en que la gente se conecta, reflexiona e incluso ora. He visto de primera mano cómo el café une a personas de todos los continentes, culturas e incluso orígenes religiosos.

Muchas religiones adoptan el café como parte de la vida diaria o ceremonial, ya sea la tradicional ceremonia del café en Etiopía o un momento tranquilo de contemplación con una taza caliente en la mano.

Pero no todo el mundo comparte la misma relación con el café.

Entonces, ¿qué religión no bebe café?

El grupo más conocido que evita el café es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (LDS), a menudo denominado los mormones.

Sus pautas dietéticas provienen de un código de salud llamado Palabra de Sabiduría, que se introdujo en 1833. Si bien no menciona explícitamente el «café» por su nombre, desaconseja las «bebidas calientes». Los líderes de la iglesia tradicionalmente han interpretado que esto significa cafe y te—Específicamente aquellos con cafeína.

Esta pauta va más allá de simplemente evitar la cafeína; es parte de una filosofía más amplia centrada en la salud física, la claridad mental y la disciplina espiritual.

Por qué se evita el café en la fe SUD

Desde mi perspectiva, lo más sorprendente es cuán profundamente arraigada esta decisión en intención. Evitar el café no se trata de negar el placer, sino de honrar un compromiso con la salud y la integridad espiritual.

Para los miembros SUD, esta no es una pauta casual: es una parte significativa de su vida diaria. La idea es que al cuidar el cuerpo uno puede volverse más receptivo a la guía espiritual. Como alguien que ve el café como una fuente de alegría y atención plena, esta disciplina me pareció admirable por derecho propio.

¿Existen otras religiones o grupos que evitan el café?

La Iglesia SUD puede ser el ejemplo más destacado, pero no está sola.

  • Algunos eruditos islámicos conservadores Históricamente desalentaron el café cuando se extendió por primera vez por el mundo musulmán, por temor a sus efectos estimulantes. Sin embargo, esas opiniones han cambiado con el tiempo y, hoy en día, el café es ampliamente aceptado en todas las culturas musulmanas.
  • Ciertos monjes budistas, particularmente aquellos que siguen estrictos códigos monásticos, evitan todos los estimulantes, incluido el café. Esto suele ser parte de un objetivo más amplio de consciencia y desapego de los antojos sensoriales.

Para mí, estas opciones reflejan un tema compartido: usar la dieta como herramienta para la concentración, la disciplina y la conciencia espiritual.

Reflexiones personales sobre creencias y elecciones de bebidas

Cuanto más aprendo sobre cómo diferentes personas abordan la comida y la bebida a través del lente de la fe, más reflexiono sobre mis propios hábitos.

El café, para mí, es a la vez un oficio y un consuelo. Pero también es una responsabilidad, algo que debe consumirse con conciencia. Admiro la intencionalidad detrás de las elecciones dietéticas religiosas, las comparta o no. Me recuerdan que lo que ponemos en nuestro cuerpo a menudo dice mucho sobre lo que creemos.

Café, creencia y respeto

Entonces, ¿Qué religión no bebe café? La respuesta es clara: miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Pero las razones detrás de esa respuesta abren la puerta a algo más profundo: una invitación a pensar en cómo los valores dan forma a nuestros rituales diarios.

Para mí, aprender esto no me hizo cuestionar mi amor por el café. Me hizo apreciarlo aún más y pensar dos veces cómo lo uso en mi propia vida.

Y tal vez esa sea la conclusión: no necesitamos estar de acuerdo con alguien para comprender o respetar su elección. A veces, las conversaciones más enriquecedoras se producen mientras se toma una taza de café, incluso si solo uno de ustedes la bebe.

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